El Gobierno carece de la principal y básica herramienta de cualquier política económica: credibilidad.
Si hay algo en lo que coincidían todos los economistas y políticos opositores –hasta hace muy poco– es en que esta crisis económica que fue construyendo el kirchnerismo no tenía la magnitud de la que se disparó en el agitado diciembre de 2001, cuando la efímera presidencia de Rodríguez Saá declaró el default.
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