Sucesos Como sociedad, permanecemos imperturbables y anestesiados al ver cómo las vidas de chicos nacidos en los ’90 quedan segadas en la sangría cotidiana de tránsito y violencia. Con sólo 18 años, un joven murió, hace horas, luego de que el cañón de una pistola expulsara cuatro balas contra su humanidad: dos contra la cabeza. Fue en una pelea ocurrida en barrio Villa Martínez, de Córdoba capital; y hay otros dos chicos, tan adolescentes como él, presos. Horas antes, en barrio Don Bosco, un muchacho de 22 años cayó abatido de un disparo al enfrentarse con policías que lo perseguían por un robo. En ese tiroteo, un chico cuyo DNI mostraba que tenía 16, fue apresado con un balazo en una pierna.
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