“A cabala porque sos boleta; vos, tu hija y tu nieta se van a ir a hacerle compañía a Paulina, hijo de puta”. Alberto Lebbos muestra el amenazante mensaje en su celular y hace una pausa para tomar un sorbo de café. “Estamos con usted”, le dice un hombre antes de abandonar la confitería del hotel Carlos V, en el centro de San Miguel de Tucumán. “Alberto, no le afloje. Todos lo apoyamos”, asegura una periodista jubilada de Radio Nacional, aferrándose a su brazo.
El caso Lebbos desató una tormenta política en el Congreso de la Nación, que abre sospechas sobre funcionarios políticos y judiciales que empiezan a ser investigados. El fiscal Albaca, clave en el no esclarecimiento del crimen. Llueven las amenazas.
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