En todas partes del mundo hay cientos de miles de niños y adolescentes que conviven cada día con el horror, que son testigos de sucesos que sus jóvenes ojos nunca deberían ver.
Después de combatir en Siria durante 11 meses, Osama Charaa volvió la semana pasada a casa para intentar recuperar su niñez. Este chico de 14 años, conocido como el “niño del kalashnikov” por aparecer en varias fotografías con un AK-47, juega ahora en el equipo de fútbol de su barrio, en la ciudad marroquí de Tánger. A fuerza de pases y goles intenta dejar atrás lo que vivió en suelo sirio junto a sus hermanos, con quienes se sumó a la yihad contra el régimen de Bachar al Assad.
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