El Estado es un espacio infinito que siempre está tentado de beneficiar a sus obsecuentes y seguidores cubriéndolos de las inclemencias de la realidad. Además, cuando se ocupa de perseguir a sus opositores es que elige el camino estalinista.
Cualquier cargo dependiente del Estado termina siendo un espacio donde los beneficios son definitivos y las obligaciones tan sólo circunstanciales. Entre la realidad que exige éxitos y obliga al esfuerzo y la burocracia que dice ofrecer trabajo cuando únicamente regala prebendas, hay un abismo de distancias.
En el Estado, a nadie le molesta el gasto; es plata ajena y entonces gastan millones y millones para darles a los pobres un sistema televisivo de pobres, con pocas señales, todas oficialistas.
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