Temas -No llores, Maruca; no llores, por favor; que si no, no vengo más. La mujer se estremece entre los brazos de la recién venida; el agua de sus lágrimas tiene la misma intensión salada que toda la inmensidad que rodea a su pequeño paraje. Pero mientras el llanto se va acomodando en las líneas de su cara curtida de intemperie, ya tiene ganas de sonreír, y hasta de reír: la doctora Susana ha regresado. Todos los meses recorre parajes ignotos del noroeste cordobés para llevar asistencia sanitaria, alimentos, ropa, juguetes y hasta lo más importante: agua. Empezó hace años, sola y en un Fiat 147. Hoy, con un grupo de voluntarios que integran la ONG Una Gota de Salud, es el vínculo de esos lugares y su gente con la capital de la provincia, separados por 200 kilómetros de distancia que equivalen a un siglo de indiferencia y olvido.
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