Cuando estudiábamos en el profesorado, nos enseñaron que la Historia es una ciencia y, como tal, debe alejarse del sentido común y explicar hechos reales de forma objetiva y prescindiendo de toda opinión personal.
Pero en el conflicto entre Israel y Palestina –que todos estudiamos y tratamos de comprender desde hace muchísimos años– ganó el sentido común, y los docentes terminamos explicando en función de nuestra propia indignación, más allá del crudo relato de los hechos.
Javier Rodríguez*
Ambos bandos están enfrascados en una guerra interminable, desigual y que puede finalizar con la desaparición de lo poco que queda de Palestina.
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