Con su renuncia, Carolina Scotto demostró que es una persona honesta. Pero actuó como una deficiente dirigente política.
Carolina Scotto se fue del lugar al cual nunca debió llegar. La exrectora no estaba convencida de saltar de la política universitaria a la partidaria. Se dejó entusiasmar por los edulcorados elogios de poderosos funcionarios nacionales, que la incentivaron con propuestas atractivas. La necesitaban para afrontar una elección.
Luego de las urnas, la rutina de la anodina tarea legislativa y las espinas de la política terminaron derrumbando el ánimo de Scotto, que pegó un portazo y abandonó la banca por la cual la votaron en octubre pasado 305.794 cordobeses.
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