Hay algo que tienen sólo dos millones de argentinos: la seguridad laboral garantizada por toda su vida activa. Son los empleados públicos.
“Siento que todos los de recursos humanos juegan conmigo. Ya no sé si me conviene decir que tengo experiencia, porque ni me llaman de los avisos para los que me postulo”, se queja José, de 34 años.
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