“Permiso…”. Azul abre la puerta, camina hasta Mercedes, le da un beso y, antes de salir de la habitación, saluda.
“Dios los bendiga a los dos”, dice. Tiene apenas 8 años y una sonrisa luminosa: es uno de los chicos que acaban de terminar la merienda en el centro vecinal de barrio Patricios Oeste.
“Permiso…”. Azul abre la puerta, camina hasta Mercedes, le da un beso y, antes de salir de la habitación, saluda.
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