martes, 30 de septiembre de 2014

Un salón, tres balcones y un mensaje de furia





Buscó dejar la impresión de que el control de la economía está en manos ajenas y dejó la impresión de que el control de la economía está en manos ajenas.








La Presidenta dice que no está enojada. No parece. El discurso errático que había ensayado en las Naciones Unidas se transformó ayer en una descarga iracunda.


Había denunciado en Nueva York una amenaza del terrorismo islamista en su contra. Dijo que era por su amistad con el Papa. Ayer cambió de opinión. Advirtió que “si le pasa algo”, hay que mirar a Estados Unidos.









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