lunes, 20 de octubre de 2014

Un cementerio llamado Iguala





Juan Diego Quesada (El País, de Madrid)






Iguala (México). Un hombre con la camisa empapada de sudor cava un hoyo entre unos matorrales. Otro que observa la escena, con casco y chaleco fluorescente, cree haber visto algo: “Eh, para. Un momento”. Agarra un hueso, lo posa en una piedra y explica a los que están arremolinados en torno al agujero: “Esta persona tuvo que ser asesinada hace dos o tres años. Lo trocearon con un machete. Pueden ustedes observar el corte limpio”.








Campesinos que se unieron a la búsqueda de 43 estudiantes desaparecidos encuentran un monte plagado de cadáveres anónimos. Las fosas comunes, hallazgos que se repiten.









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