Opinión Un crimen político. Ya sea por reproducir una convicción instalada en la sociedad o por inducirla a esa convicción, el poder en la Argentina ha asumido de ese modo la muerte del fiscal Alberto Nisman. Tan grave definición torna inevitable una consecuencia. Todos los escenarios que el país imaginaba antes de la noche trágica en que hallaron al fiscal sin vida fueron sacudidos en los cimientos. El año electoral se abrió con una crisis política a la que aún le resta afrontar el desafío económico que traía de arrastre. Es todavía una incógnita cómo impactará el caso Nisman en los comportamientos del electorado a nivel subnacional.
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