domingo, 31 de agosto de 2014

La fuga de Luzi y los cómplices, impunes





El hombre se sabía perdido. Las pruebas por un secuestro extorsivo, uno más en su carrera delictiva, lo tenían contra las cuerdas de una segura condena. Y empezó a tramar el escape y a recibir apoyo externo.


O un helicóptero aterrizaba en el patio del penal; o limaba los barrotes de su celda y escapaba por las alcantarillas de las cloacas; o tramaba, con complicidad de guardiacárceles –dinero de por medio aportado vaya a saber uno por quién–, un escape por la puerta principal de la cárcel. Finalmente, Martín Ernesto Luzi eligió lo último.









La causa por la evasión prescribió por el paso del tiempo. Nunca se llegó a determinar cuánto se pagó de coimas, ni se encontró a los eventuales ideólogos.









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