Mikhail Baryshnikov llega puntual al encuentro con Rumbos. Serio, circunspecto y algo dormido, esa cara de pocos amigos irá variando con el correr de los minutos. “Misha” es de esas personas que pueden hacer un chiste y mantener un gesto impávido y hasta con el seño fruncido. “Soy natural, siempre me han dicho que no soy una persona risueña, pero sí respetuosa.
Los años 80 lo tuvieron a pura pirueta, en una disputa eterna con otro dios del ballet, Rudolf Nureyev. Para muchos, fue el mejor bailarín del mundo. Hoy, a los 66 años, sigue luciéndose −pero como actor− en la obra The Old Woman, con la que visitó Buenos Aires. Historia y presente de un ruso enamorado de la Argentina, la nostalgia de Piazzolla y el fútbol.
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