Se trata de una falla, apodada Shellshock, que afecta a sistemas basados en Unix, como Linux y OS X, y que permite tomar control de los equipos y robar información con facilidad. Especialistas en ciberseguridad la calificaron como "un 10" en gravedad y señalan que su potencial riesgo es mayor al de Heartbleed, descubierto en abril
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