No es un Estado, no es islámico, pero se parece a algunos estados y también a algunas tendencias del Islam. No es un Estado porque no atiende a más ley ni orden que a la fuerza y la crueldad de quienes lo reivindican, aunque explota pozos de petróleo y hace incluso como que administra ciudades, bajo la vigilancia de un ejército de asesinos reclutado en todo el planeta.
Lluís Bassets*
Nadie sabe tanto de rigorismo islámico como los policías religiosos wahabitas, pagados por el Estado bien islámico de Arabia Saudita.
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