En la mayoría de estas piezas publicitarias, la información de servicio aparece de manera marginal, casi de compromiso, en letras casi ilegibles para automovilistas y transeúntes.
Información. Eso es lo que precisa un ciudadano que cree que sus derechos han sido avasallados. La necesita para saber en qué lugar denunciar y a qué número llamar.
Por puro sentido común, conocer el rostro y el nombre de quien está al frente de una repartición, en este caso la Defensoría del Pueblo de Córdoba, no debería estar entre las prioridades comunicacionales de un organismo cuya razón de ser es la de socorrer y guiar a las personas, no la de instalar figuras públicas.
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