Estar en “default” es regresar al sitio adonde la deuda soberana se transforma en carroña.
Fue dicho días atrás, en las horas tensas en las que el país entró otra vez en cesación de pagos. La negociación por la deuda externa que aún no ha concluido en Nueva York está condicionada por la presencia de tres actores inconvenientes: el peor de los acreedores, el más contumaz de los deudores y el juez inapropiado para dirimir las diferencias entre ellos.
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