Y un día no hubo niños. Sin saber por qué, no estaban. Se los buscó en lugares comunes y después en rincones insólitos, pero no aparecieron. Ninguna pista de sus gritos ni de sus risas.
Es cierto, no había desorden; pero tampoco juegos, ni raspones, ni curitas. El desparpajo sólo aparecía por casualidad en algún adulto enajenado.
En las plazas comenzaron a sobrar hamacas y toboganes. Los vendedores de globos paseaban con mirada perdida buscando nuevo trabajo. El silencio comenzaba.
Enrique Orschanski (Médico)
Es cierto, no había desorden; pero tampoco juegos, ni raspones, ni curitas. El desparpajo sólo aparecía por casualidad en algún adulto enajenado.
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