Una de las virtudes que los peronistas se reconocen es reunificarse siempre alrededor de un nuevo poder, sea propio, para sufructuarlo, o ajeno, para jaquearlo.
Dentro del peronismo oficialista, se vigoriza una teoría que le está devolviendo a ese sector los entusiasmos perdidos a raíz del ejercicio hegemónico del poder que ha hecho el kirchnerismo duro en los últimos 11 años.
Todo se construye en torno de Daniel Scioli, en cuya candidatura presidencial desembocaría el apoyo de Cristina Fernández, más por necesidad que por convicción. Ninguno de los otros aspirantes cercanos a la Presidenta mide tanto en las encuestas ni se perfila como capaz de atraer a segmentos moderados de la sociedad que quieren cambios, pero no muchos.
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