Querida profesora de Matemáticas:
Soy Luciano. Seguro que se acuerda de mí.
Le escribo con el deseo de que cuando reciba esta carta se encuentre bien y disfrutando de buena salud. (Esta frase me la dictó mi abuelo así, completa. A mí me parece un poco cursi, pero él dice que hay que empezar con “estilo”).
Al principio pensé en hablarle, pero tengo demasiadas cosas para contar.
No se imagina todo lo que nos pasó la semana pasada.
El viernes usted tomó la prueba en la que me saqué un 3, ¿se acuerda?
¿Pero sabe qué pensé que podemos hacer? Si usted me sube el 3 a un 5, no me la llevo a marzo sino a diciembre. Y capaz que en el coloquio puedo demostrarle cuánto me gusta su materia.
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